La formación de la clase obrera
En la
Baja Edad Media se dan una serie de procesos que concluirán a lo
largo del siglo XVIII dando lugar al surgimiento de la clase obrera.
En este sentido podemos decir que la misma clase obrera ya estaba
allí cuando surgió ya que fué un proceso de proletarización cuya
culminación ocurrió en el siglo XVIII. En este proceso las
cronologías (y los procesos) son distintos en cada país, siendo
Inglaterra el primer país europeo en vivir el nacimiento de la clase
obrera.
El
factor decisivo para el cambio fue el nacimiento del pensamiento
ilustrado (Adam Smith, John Locke) en el siglo XVIII. Los ilustrados,
en su momento, hacen propaganda de la propiedad privada y la libertad
de uso, consumo y producción. Como resultado de estas ideas la
organización del trabajo precapitalista (el gremio) sufre un ataque
por parte del poder del estado (en los países ilustrados) y del
poder económico. Los gremios pasaron a
ser instituciones molestas en el momento en el que se comienza a
liberalizar los procesos productivos.
A
finales del siglo XVIII los estados europeos dictan las leyes que
permitirán acabar con los restos del viejo régimen, se regulariza
el trabajo no agremiado. El toque final a los gremios se da con la
abolición de los mismos en Francia (1776 Seis decretos de Turgot), a
partir de ese momento cada uno de los estados europeos (en un plazo
de tiempo largo) dicta leyes similares.
Este
proceso de mercantilización del trabajo urbano camina en muchos
países de forma paralela a la expropiación del campo (disolución
de comunales y el cercamiento de tierras). En consecuencia una gran
parte de la población campesina que se queda sin sustento acabará
emigrando a las ciudades y pasando a formar parte en la ciudad de una
masa de mano de obra barata. Mano de obra que, junto a los artesanos
no agremiados y otros grupos laborales como las mujeres o los niños,
entrará también en conflicto con los gremios. Las
luchas en esta época fueron tanto contra el patrón como contra los
trabajadores ya proletarizados.
Los
trabajadores de oficio (procedentes de las organizaciones gremiales)
se sentían todavía orgullosos de su estatus, heredado de sus
antiguas organizaciones en las cuales habían creado una cultura de
siglos en torno a la autonomía y la economía social. Este orgullo y
defensa de su estatus chocó con aquellos que consideraban indignos.
Indignos por vender su trabajo a bajo precio, por no tener
conocimientos o especialización, por no tener autonomía, por
someterse a los ritmos del trabajo industrial.
Por lo
tanto las primeras organizaciones de resistencia fueron construidas
en torno a los oficios y dejaban de lado a la mano de obra no
cualificada. Fueron luchas en torno al control y la autonomía y
enfrentados a la maquinaría y la mano de obra no cualificada.
La
cultura de estos grupos despreciaba el trabajo alienado, las
urgencias de la producción masiva y el control del patrón en su
trabajo.
Según
se fue conformando la clase obrera y los oficios se abrieron a un
sindicalismo más amplio legaron estas tradiciones (de autonomía
obrera, autogestión y control de los medios de producción) al
movimiento obrero.
Aunque
los gremios desaparecieron la cultura gremial pervivió a los mismos
y se extendió al resto de la población trabajadora.
El espacio dejado por los gremios
Con la
desaparición de los gremios parte de sus atribuciones son tomadas
por las sociedades de socorros mutuos. Estas eran sociedades abiertas
y de libre asociación que se reunían en espacios públicos y daban
asistencia a los trabajadores del oficio, además en algunos casos
estas sociedades incorporaron actividades sindicales.
Más
tarde surgieron los sindicatos de oficio, organizaciones que
reunieron trabajadores de un oficio concreto y tenían un ámbito
local o comarcal. Estos sindicatos tenían una influencia limitada y
con la expansión del capitalismo se vieron superados rápidamente.
Finalmente
aparecen las organizaciones de clase a finales del siglo XIX, estas
eran de ámbito nacional, estatal o imperial. Estas organizaciones
terminan de formar el imaginario de la clase obrera (1 de mayo 1886,
etc) y la conciencia de clase (acumulación de experiencias
individuales y colectivas de resistencia).
Desde
su aparición los sindicatos son muy duramente reprimidos y por lo
general estaban prohibidos con algunos momentos puntuales de
tolerancia, momentos que eran aprovechados para crear las
organizaciones obreras que pervivieron. Los sindicatos durante esta
época tienen una vida y fuerza intermitente dependiendo siempre del
nivel de persecución y con una continuidad mantenida en la
clandestinidad.
A
través de la experiencia se vertebra la conciencia de clase que es
la acumulación de sentimientos y recuerdos compartidos de
resistencia frente a otros con intereses distintos.
La nueva clase obrera
La
nueva clase obrera estaba compuesta por:
-
Los
trabajadores de oficio y artesanos urbanos. Antiguos trabajadores
gremiales (oficiales, aprendices y algunos maestros) que con la
transición de las instituciones gremiales a los oficios veían como
sus condiciones de vida, laborales y valoración social eran
degradadas (generalmente carpinteros, zapateros, alfareros y
sastres).
Mantuvieron el control del proceso productivo y la transmisión del
conocimiento del oficio. Este control fue el punto de conflicto con
el patrón y a la vez la baza que jugaron estos para mantener su
posición. En cuanto que se perdían estas ventajas bien con la
formalización del aprendizaje del oficio por parte del Estado, o de
la automatización del proceso productivo con la introducción de
máquinas estos trabajadores perdían su condición rápidamente.
-
Los
trabajadores de nuevos oficios. Estos no provenían de los gremios
(mecánicos, etc.) y sus condiciones de trabajo estaban ya
inicialmente adaptadas a los nuevos tiempos (peores condiciones).
-
Los
trabajadores fabriles. Trabajadores no cualificados y que como en el
caso anterior muchos procedían del campo. Las condiciones de vida y
laborales variaron en función de la presencia de antiguos
trabajadores de oficios. Las primeras fábricas fueron generalmente
de la industria textil, formadas por compartimentos estancos de
distintos oficios (con organizaciones sindicales). Por otro lado las
fábricas modernas como la industria
del metal,
explosivos, papeleras introdujeron
una nueva forma de trabajar distinta de la de los talleres (aunque
en algunos casos las diferencias no son tan grandes).
-
Los
peones. Trabajadores no cualificados, en muchos casos procedentes
del campo, y para los cuales las condiciones de trabajo y vida
estaban muy degradadas.
-
Los
trabajadores de la obra pública. En esta época empiezan a surgir
los estados modernos y estos hacen fuertes inversiones en
infraestructuras. Las grandes infraestructuras de esta época
absorben una gran cantidad de mano de obra no cualificada (peones)
procedente del campo y de la ciudad, y mano de obra cualificada
(oficios). Las condiciones de vida y laborales son las mismas que
las del resto de la clase obrera. En cuanto a las resistencias, este
sector no genera prácticas sindicales o de resistencia a largo
plazo pero sí que dio a otras formas de lucha como motines,
sabotajes,
revueltas.
Las condiciones de vida y trabajo de los obreros.
Es
una época compleja de grandes transformaciones (como la llegada de
la industrialización y el declive de los gremios), en la que las
condiciones de vida de los trabajadores se degradan apreciablemente.
El objetivo final de esta época era la
disciplinación del trabajador y su adhesión al nuevo modelo
productivo.
Mujeres
y niños pasaron a constituir una buena parte de la mano de obra
(hacia mediados de siglo se cree que el 50% de la mano de obra estaba
constituida por mujeres).
Los
salarios eran muy bajos y ajustados a únicamente satisfacer las
necesidades básicas de los trabajadores. El trabajo infantil y de
las mujeres estaba mucho peor pagado, recibiendo alrededor de la
mitad del salario de los hombres. A mediados de siglo la tendencia
cambió ligeramente, los salarios tendieron a subir (especialmente
para los obreros cualificados) pero el nivel de vida de los
trabajadores continuó siendo muy bajo.
El alimento principal era la harina en forma de pan o de gachas, y la
patata (hacia mediados del siglo XIX). El consumo de carne, frutas,
verduras y pescado fue muy escaso.
La indumentaria del trabajador se diferenciaba mucho de la de los
burgueses: la blusa y la gorra eran elementos distintivos de los
hombres; y un vestido largo, era el atuendo de las mujeres. La clase
obrera en ciernes no recibía un salario suficiente como para ir bien
vestidos.
En
las zonas industriales las viviendas de los trabajadores se
acumularon cerca de las fábricas, así surgieron los barrios
obreros. Viviendas cuyo interior era
muy pobre, con pocas habitaciones, siendo frecuentes las cocinas y
letrinas comunitarias. Estos barrios obreros crecieron de forma
desordenada, sin que los poderes se preocupasen de dotarlos de unas
condiciones mínimas como era el trazado urbano, alumbrado,
alcantarillado, gestión de basuras, etc. Las calles y patios estaban
muy degradados por el amontonamiento de basuras, desperdicios y aguas
sucias estancadas. Esta situación, unida al hacinamiento y la mala
ventilación, aumentó el peligro de infecciones.
Los
ritmos de trabajo y el proceso de producción que hasta el momento
eran controlados por el trabajador se convierten en el campo de
batalla de los patrones. Patrones que pretenden eliminar los
privilegios que aún mantienen los trabajadores de oficios. Para
conseguir estos fines utilizan distintas estrategias (por ejemplo el
destajo) a lo largo del tiempo. Allí donde esas batallas se
perdieron las condiciones de vida de la clase trabajadora en
formación se veían muy degradadas. Aún así es imposible entender
la imposición de jornadas maratonianas y el control férreo en el
centro de trabajo sin considerar altas tasas de absentismo laboral y
una resistencia soterrada en forma de sabotaje y boicot.
El
intento de los patronos de aumentar la intensidad y regularidad del
trabajo mediante el disciplinamiento (hojas de horario, control de
tiempos, eliminación de las relaciones sociales) se encontró con el
rechazo frontal de los oficios con resistencias tanto cotidianas como
a mayor escala.
No
todos los esfuerzos de los burgueses fueron represores también
durante esta época se intentó la adhesión del obrero al modelo
productivo mediante la recompensa. Un ejemplo de esto es el
paternalismo industrial.
Práctica que para conseguir la disciplina, extiende el control de la
mano de obra más allá del lugar de trabajo:
-
Mediante
premios a trabajadores modelo y sanciones a las prácticas no
aceptadas.
-
El
uso de las colonias industriales gestionadas por el empresario (que
permitía controlar su reproducción). Se trataban de barrios para
los empleados de una fábrica y se edificaban junto a la misma. Eran
colonias construidas por iniciativa del empresario, él vivía en
una gran mansión, los directivos ocupaban casas amplias y los
obreros tenían pequeñas casas. En algunos casos estas colonias
también tenían iglesias, tiendas, escuelas y hasta cementerios.
Por lo tanto, proporcionaban vivienda y otros servicios (economato,
etc), siendo todos gestionados por el empresario. Esto alejaba a los
trabajadores de las organizaciones obreras y por lo tanto reducía
la posibilidad de revueltas.
-
Mediante un comportamiento patriarcal del patrón hacia sus
trabajadores (comidas, fiestas, eventos deportivos organizados por
el patrón).
Espacios de sociabilidad y ocio
Las
clases trabajadoras se apropiaron de la calle para la vida social
mientras que las clases privilegiadas se recluyeron en sus villas y
demás espacios privados. Por lo tanto la ciudad ofreció espacios de
reunión en los que obreros de muy distintas procedencias se juntaron
(tabernas, cafés, clubs, sociedades recreativas, bailes, etc.), en
estos lugares se creó y distribuyó la propaganda obrera. El
movimiento obrero intentó mejorar el ocio de los obreros a través
de nuevos centros como las casas del pueblo
o ateneos, donde además de reunirse
para debatir sobre aspectos laborales y políticos, se podía
encontrar una alternativa a la taberna con clases, charlas, teatro,
biblioteca, etc…
Debido
a las malas condiciones de vida y que la taberna fuese uno de los
lugares principales de ocio la incidencia del alcoholismo fue
devastadora entre las clases trabajadoras, incidencia que las
organizaciones obreras
intentaron mitigar.
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