El trabajo agrícola en la Edad Media.
Con
la caída del Imperio romano de occidente dos siglos después de las
reformas de Diocleciano Europa Occidental había quedado convertida
en una sociedad rural en la que casi toda la tierra pertenecía a
señores feudales (el resto quedó en manos de campesinos libres:
colonos y villanos) y siendo
trabajada por una clase social de personas que no la poseían, los
siervos (herederos de la reforma de
Constantino del año 322).
Estos
siervos estaban sometidos a un régimen que les imponía:
-
El
siervo no podía abandonar el feudo.
-
Pertenecía
al patrimonio del señor feudal.
-
Tenía
que dar parte de su producción y/o trabajar un número de días las
tierras del señor
A
cambio obtenían protección y manutención por parte del señor.
Hacía
finales del siglo XI grandes avances en la agricultura acompañados
de una ampliación importante de la
superficie de terrenos cultivables
generaron un excedente de producción
en el campo. En paralelo se
dio
una importante expansión del
comercio en gran parte facilitado por el excedente agrícola. A
partir de este
momento la producción agrícola se
empleó preferentemente no para el autoconsumo sino para la venta en
ferias/mercados. A la par que estos procesos (y para permitirlos) las
relaciones sociales comenzaron a cambiar y la servidumbre se relajó.
A
medida que este cambio en las relaciones sociales se fue asentando
los campesinos comenzaron a obtener un plus de ingresos durante los
meses de parada agrícola trabajando para burgueses (mercaderes). Sin
embargo esta relación económica no fue una relación equilibrada, y
pronto provocó el endeudamiento del campesino (proceso paralelo al
endeudamiento del artesano) y finalmente
su conversión en asalariado.
Artesanado urbano en la Edad Media.
A
medida que transcurre la Edad Media (siglo XI aproximadamente) Europa
vivió el auge de las ciudades (expansión comercial), en las cuales
se asentó una nueva clase social de artesanos y comerciantes que no
estaba sujeta al régimen de servidumbre: los
burgueses.
El
trabajo realizado por los artesanos tenía varias características
diferenciadoras respecto al trabajo capitalista:
-
Escasa
división del trabajo.
-
No
hay una periodización clara del tiempo de trabajo (no existen ni
jornadas, ni calendarios de trabajo).
-
La
producción se realizaba para el autoconsumo y para vender en el
mercado. Por lo tanto el trabajo artesano estaba muy vinculado
a la demanda.
-
Este
trabajo tiene fundamentalmente un valor de cambio.
-
Son
independientes, controlando tanto el proceso de producción como los
medios de producción.
-
Controlan
los tiempos de trabajo siendo la separación entre tiempo de trabajo
y ocio difusa.
-
Valoran
la destreza y la calidad, los productos están realizados con esmero
y precisión dando un alto valor añadido a los mismos.
-
Normalmente
la producción era local pero con el paso del tiempo se extiende a
mercados lejanos.
-
Los
artesanos se agrupaban por oficios (totalidad de la actividad) en
gremios.
El tiempo de trabajo.
El
ritmo de trabajo de los artesanos nunca estuvo marcado por la
maximización del beneficio como ocurre en la sociedad capitalista
si no por la necesidad de cubrir las
necesidades inmediatas de los trabajadores.
En el
día a día de los artesanos el trabajo y el ocio fluían en un
continuo en el cual los dos elementos se fusionan, siendo las
jornadas irregulares pero sin empezar nunca antes del amanecer ni
prolongarse más allá del anochecer. Un día de trabajo de un
artesano comenzaría con la salida del sol, tras desayunar empezaría
a trabajar tranquilamente, más tarde haría un paro para comer y
echar una siesta tras la cual continuaría el trabajo, finalmente
terminaría antes del anochecer para cenar y descansar.
Está
cadencia de trabajo/ocio no era igual a lo largo de la semana ni del
año. No existía un calendario laboral
explicitado,
sino vinculado a los
ciclos naturales, fiestas
y celebraciones populares.
El tiempo dedicado al trabajo comenzaba el martes y se iba
incrementando poco a poco hasta el sábado que era el día de mayor
esfuerzo (siendo aún así menor que el de una jornada normal de un
trabajador actual). El sábado por la tarde se recibía la paga y se
dejaba de trabajar hasta el próximo martes.
Este
ritmo de trabajo semanal estaba además modulado tanto por unas
cadencias anuales, como por ejemplo la ocurrencia de ciertas
condiciones (lluvias, viento, etc), como por un sinfín de fiestas
tanto oficiales como especiales (bodas, nacimientos o defunciones).
Así
tenemos que los trabajadores en la edad media tenían un ritmo de
vida relajado en el cual trabajaban poco tanto a lo largo del día
como del año y únicamente para cubrir sus necesidades, siempre
controlando los tiempos de trabajo y nunca dejando de lado el ocio y
la vida privada.
Con el
paso del tiempo y la introducción de las máquinas estos artesanos
resistieron con energía y empeño los intentos de quitarles el
control de los tiempos de trabajo. Por el contrario el objetivo de
los primeros capitalistas fue disciplinar a los trabajadores, obligar
a mantener unos horarios fijos, una intensidad en la producción,
doblegar sus tradiciones en cuanto a sociabilidad, festividades,
autonomía, etc.
El espacio de trabajo: Los talleres
El
taller no es solo el lugar de trabajo, es la unidad productiva y
social de la ciudad durante la Edad Media. No eran entidades
aisladas, si no que se relacionaban entre ellos de distintos modos,
por ejemplo mediante redes de subcontratación del trabajo.
El
taller es el lugar en el que el artesano se relaciona socialmente y
en el que ocurre la vida privada. Esto lo facilita el hecho de que el
trabajo en el taller no es exclusivo del padre de familia sino que
toda la unidad familiar trabaja (hijos, miembros no consanguíneos y
mujeres) y el que por lo general estos talleres eran una estancia más
de la vivienda familiar al igual que en la antigua Roma.
El
trabajo en el taller estaba jerarquizado de tal forma que el varón
(padre de familia) es el único con derecho de ser el maestro
artesano (derecho convalidado por el gremio a través de la misma
carta de examen). Por debajo del maestro artesano se encontraban los
oficiales, estos cobraban por su trabajo y eran miembros del gremio
por derecho.
En la
parte más baja del escalafón gremial se encontraban los aprendices,
a los cuales el maestro estaba obligado a alojar y alimentar y este a
cambio enseñaba el oficio (por lo general en un periodo de varios
años), periodo tras el cual eran admitidos en el gremio y pasaban a
ser oficiales.
Mención
especial recibe el trabajo de las mujeres que tuvo gran importancia
al comienzo de la Edad Media participando en todas las profesiones en
mayor o menor medida siendo admitidas en los gremios en términos de
igualdad respecto a los hombres y que fue perdiendo peso con el paso
del tiempo por la influencia de la Iglesia y las clases altas
burguesas, finalmente alrededor de los siglos XIV o XV fue prohibida
la aceptación de mujeres en los gremios. Aún así las mujeres
continuaron teniendo presencia en el mundo gremial pero este trabajo
por lo general ya no estaba regulado por el gremio (aunque
pervivieron determinados gremios de mujeres como las bordadoras de
seda y oro de París).
Los gremios
Dentro
del concepto de gremio se incluyen múltiples realidades diferentes
(que van desde universidades hasta los oficios) con algunos puntos en
común. Por lo tanto dar una definición completa y que incluya todas
estas realidades puede incurrir en errores en determinados casos, aún
así se puede dar una visión simplificada de la idea de gremio en la
Edad Media.
Los
gremios son instituciones compuestas por personas de un mismo oficio
que se encargan de regular la actividad industrial y a veces la
comercial en el área de una ciudad, localidad o área de influencia
de estas. Pueden ejercer esta
regulación gracias a que consiguen del poder político un privilegio
(libertad) de practicar su oficio en un área determinada.
Los
gremios tienen el privilegio y las atribuciones para:
-
Cobrar una
cuota.
-
Controlar
la entrada al gremio mediante el aprendizaje y la carta de maestría.
-
Organizar
el currículo artesano (mediante el aprendizaje).
-
Controlar
la cantidad y calidad de la producción.
-
Intervenir
en la fijación de precios y salarios.
-
Comprar
y almacenar de forma colectiva las materias primas que necesitan los
agremiados.
-
Gestión
de los impuestos de los agremiados.
Por
encima de todas las atribuciones del gremio, existe una
característica fundamental de los mismos que marcó el trabajo a lo
largo de la Edad Media: Los gremios
responden a un modelo de economía moral.
Esta
economía moral no persigue la maximización de los beneficios como
ocurre en el capitalismo, sino la calidad de la producción, la
autonomía del productor y el bien del gremio en conjunto. Esta
economía moral parte de la idea de que es el gremio la herramienta
para mitigar las desigualdades entre los agremiados y para garantizar
unos ingresos estables y una calidad de vida al agremiado aún en
momentos de dificultad.
Para
conseguir estos objetivos el gremio disponía de una garantía de
asistencia social (la corporación ayuda a los miembros que pasan una
mala racha: enfermedad, falta de trabajo, etc). Además para mitigar
la diferencia entre el agremiado más rico y más pobre el gremio
disponía de mecanismos equilibradores (lógica de la desigualdad
limitada) como el reparto de materia prima con preferencia a los más
desafortunados, o el pago de impuestos en función de los ingresos.
Por
lo tanto los gremios no eran solo entidades económicas sino
políticas.
La
regulación de los gremios es colectiva. Los miembros crean estas
regulaciones, deciden el tamaño del gremio, comparten costes de
formación, deciden los códigos de conducta, regulan la calidad y
cantidad del producto, etc.
Para
asegurarse del cumplimento de esta regulación, el gremio tiene
mecanismos sancionadores como las multas, el escarnio público e
incluso el castigo físico. Este control era ejercido por los
“sindicos”,
miembros elegidos del gremio que mediante la inspección velaban por
el cumplimiento de la regulación colectiva.
La decadencia de los gremios
En
algún momento de la Baja Edad Media ocurren una serie de cambios en
el sistema productivo que suponen un punto de no retorno para el
sistema gremial.
El auge
del comercio (y el comercio de larga distancia) provocó que
gradualmente los mercaderes se fuesen haciendo sedentarios y
acumulasen poder y riqueza. Como contrapartida el artesano que ya no
puede soportar los costes asociados al comercio se va endeudando con
el mercader (mientras que en paralelo se desarrollan las herramientas
financieras que permiten esta nueva forma de relación de poder)
hasta que este finalmente se hace con el control del proceso de
producción.
El
mercader a través de la deuda se convierte en propietario de los
medios de producción y distribuidor de la materia prima y crea una
nueva forma de relación: el asalariado.
Así
con esto nos encontramos un punto en el que el mercader adelanta el
capital para la compra de la materia prima y de los medios de
producción y el artesano trabaja a cambio de un salario pero
manteniendo todavía el control de los tiempos y procesos
productivos.
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